Por si acaso no os habéis enterado, os diré que hoy en Ginebra se ponía en marcha una máquina,
el gran colisionador de hadrones, con la que los científicos sabrán si tenían razón con sus teorías respecto a partículas sub-atómicas o si lo habían entendido mal todo y tienen que empezar de nuevo.
Durante este experimento existe la posibilidad de crear unos pequeños agujeros negros.
Los agujeros negros absorben materia.
Esto quiere decir que Suiza puede desaparecer por uno de ellos. Y el Universo detrás.
Por decencia, no me gustaría que el fin del mundo me pillase de vacaciones. Así que me apresuro a abrir de nuevo la Casa con Dos puertas.
(No se alarmen. La posibilidad de que se acabe el universo es rechazada por los científicos. Sólo quería distraer la atención del hecho de que lleve mes y medio sin escribir aquí)
De modo que, antes de que se acabe el mundo, voy a pasar a relatar cosas completamente inútiles pero que están bien saber antes del Armaggedon:
1. En Inglaterra aún quedan trazas del feudalismo medievalY no me refiero a los baños públicos
Al oeste de Oxford hay una estrecha carretera que une la ciudad universitaria con los pueblos-dormitorio del alrededor, como Swindford o Eynsham.
Esto quiere decir que hay muchísima gente que viven en esos pueblecitos, donde la vivienda es algo más barata, y cada día van a Oxford a trabajar. Todos ordenadamente por la estrecha carretera que acabo de mencionar.
Pues bien, esa carretera cruza el río Tamesis a través de un bonito puente que data de 1796.
Puente que es privado.
Por privado quiero decir que
¡El dueño tiene derecho a cobrar peaje!
La verdad es que el precio son unas miserables 0,05 libras. Pero no hay que olvidar que ese puente es atravesado a diario por 10.000 vehículos. Lo que hacen una ganancia de 500 libras diarias. (
750 eurazos). Libres de impuestos, pues el Acta del Parlamento que regula la situación de este puente afirma que las ganancias deben ir directamente al dueño.
Y además, para que no le arruinen el negocio, es ilegal construir algún otro puente en las tres millas siguientes corriente arriba o abajo.
Imaginaos la risa que les da a esas 10.000 personas chuparse cada día el terrible atasco formado por la cola para pagar.
Y los que inventaron el Monopoly se creían muy originales.