Mañana, por fin, vuelvo a España.
Y no, no he mirado cuatro veces los billetes para asegurarme de que es el día y la hora correcta. Ni he comprobado otras tantas veces si he puesto el despertador. Esos son infundios y mentiras.
Aunque el 7 de Enero (fecha por confirmar) regresaré a la pérfida Albión. Sniff, sniff…
Entre tanto, probablemente escriba muchísimo menos a partir de ahora. Por eso de que no vas a criticar a los de tu país pudiendo meterte con los ingleses, y además es Navidad y ni yo voy a tener tiempo para escribir ni los demás lo tendréis para leer.
De modo que, a menos que mañana el autobús me deje tirada, esta es la última entrada del año desde Inglaterra. Una ocasión excelente para contaros…
Y no, no he mirado cuatro veces los billetes para asegurarme de que es el día y la hora correcta. Ni he comprobado otras tantas veces si he puesto el despertador. Esos son infundios y mentiras.
Aunque el 7 de Enero (fecha por confirmar) regresaré a la pérfida Albión. Sniff, sniff…
Entre tanto, probablemente escriba muchísimo menos a partir de ahora. Por eso de que no vas a criticar a los de tu país pudiendo meterte con los ingleses, y además es Navidad y ni yo voy a tener tiempo para escribir ni los demás lo tendréis para leer.
De modo que, a menos que mañana el autobús me deje tirada, esta es la última entrada del año desde Inglaterra. Una ocasión excelente para contaros…
Lo que le paso al amigo matemático de mi profesor de cine
Anécdota no apta para menores
Los ingleses no se caracterizan por tener una política muy social. De hecho, si pierdes tu trabajo, sólo tienes derecho a pensión durante tres semanas. Sin embargo son el país que más apoya a las madres solteras.
Una chica soltera y embarazada recibe una casa del gobierno, una pensión para sus gastos, otra para los gastos del niño hasta que cumpla 21 años y además puede pedir una reducción en el precio de la luz, el agua y el gas.
No es sorprendente entonces la inmensa cantidad de chicas de diez y siete años que ya tienen un hijo.
El amigo de mi profesor es un matemático mexicano que da clase en Londres. Un día decidió salir con sus alumnos a tomarse unas cervezas a un bar, demostrando que los matemáticos no sólo piensan en ecuaciones.
Al cabo de un rato fue al baño, como siempre ocurre cuando te tomas una cerveza.
Una alumna se levantó y le siguió.
Cuando el profesor iba a entrar al aseo de hombres, la chica le empujó y le metió en el de mujeres para decirle con estas mismas palabras (solo que en ingles):
“Quiero que me eches un polvo para quedarme embarazada porque me quiero ir de casa. ¿Te importa?”
[Esta es la parte en la que los que oyen la anécdota exclaman ¡Virgen santa!]
Personalmente me encanta el “¿te importa?”, tan educado después de semejante oferta.
Según nuestro profesor, su amigo se quedó tan sorprendido “que ni siquiera se le paró”.