Te odio. Te odio a tí y a todos tus ancestros por portar los genes que te han dado esa voz.
Odio la maldita costumbre que tienes de hablar con tu amigo del tercer piso desde el patio de la residencia. Aunque no me extraña que tengáis que hacerlo a gritos, yo tampoco te dejaría subir a mi piso para que me pudieras hablar de cerca con ese granznido que tienes en lugar de voz.
Odio que cuando vuelves borracha por las noches no se te ocurra nada mejor que despertar a tu amigo del tercer piso. A voces.
Odio, odio, odio, esa capacidad que tienes para averiguar cuándo me he metido a la cama y estoy a puntito a puntiiiito de dormirme para aparecer en el patio y gritar "Güeeeeek aaaaap" y luego reirte como una estúpida. Y gritando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario