viernes, 19 de octubre de 2007

Un par de cosas sobre Inglaterra

En este país no debe de haber barrenderos. Basureros sí, supongo, pero no es lo mismo.

Alguien hay que se ocupa de vaciar papeleras y contenedores, pero ¿barrer las aceras? ¿recoger la basura esparcida por la calle y los parques? No. Eso no.

O si le hay, trabaja bien poco. En mi vida he visto aceras más sucias. Encima, con la escasez de papeleras, la gente deja restos de comida y envoltorios tirados por cualquier sitio. Así están los pájaros de gordos, que no pueden ni remontar el vuelo.

Bueno, este era un pensamiento que tenía quemándome porque hace un par de días que hay una inmundicia en la acera y nadie lo recoge.

Y hablando de inmundicia: Virgil, el cuenco ha sido finalmente fregado. Pero no por su dueño (o eso dice él). Uno de mi resi tomó la decisión de lavarlo y dejarlo para uso común. Yo creo que era una elaborada excusa para no admitir que compró el cuenco, lo usó, y luego se olvidó de todo eso.

En fin, a lo que iba, yo quería hablar de dos temas.

a. Del parecido de los ingleses a los personajes creados por ordenador y la interacción con los mismos

Como yo juego bastante a aventuras gráficas no he podido dejar de notar el parecido.
En los juegos cuando hablas con un personaje, siempre tienes que llevar tú todo el peso de la conversación. Es decir, preguntas y preguntas y el personaje te va contestando.

Rara vez se salen del camino o se adelantan a una pregunta.

Tu eliges un tema (picando en una frase o un dibujo) y te contestan. Si quieres que profundice tienes que volver a picar, una y otra vez hasta que cuentas con toda la información disponible.

Para los juegos está bien, pero en la vida real nadie habla así.

Salvo los ingleses.

Un ejemplo de lo que quiero decir:

Yo: Hola, vengo a que me firme la matrícula
Encargada Erasmus: Muy bien. Pero ya no estás matriculada en esta asignatura
Yo: [Pausa esperando a que me explique por qué] ¿No?
EE: No
[Otra pausa]
Yo: ¿Y qué hago?
EE: Tienes que decirme que otra asignatura coges
[¿¿YO?? ¿Que te lo diga yo? Y ¿Cómo diablos voy a saber si elijo una buena asignatura si acabas de cambiarme de otra sin decirme nada?]
Yo: ¿Me puedo matricular en la misma que los otros Erasmus que también han tenido que cambiarse?
EE: Sí
[Otra pausa. La inglesa se limita a mirate]
Yo: Y ¿Qué asignatura es?
EE: No lo sé

Dios, gracias, ha sido usted de mucha ayuda

Yo: Hola, Buenos días, vengo a cambiar mi matricula
Tipo de la Secretaría: Vale
Yo: Salgo de esta asignatura y entro en esta otra
TdlS: Vale
[Hace algo en el ordenador. Después se queda callando]
Yo: ¿Ya está?
TdlS: Sí, ya he hecho el cambio
[Me mira. Le miro]
Yo: Y... ¿No me da una copia?
[Igual no ha oído nunca hablar de ello, pero se supone que la encargada del departamento tiene que firmarme la hoja y luego debo volver aquí a entregarla. Si le suena es porque se trata de SU trabajo]
TdlS: Ah.
[Pulsa el botón "Imprimir"]

b. Del malvado monstruo que sale a partir de las seis de la tarde
Aquí debe de haber vampiros o algo así.

Parece una tontería, pero tengo mis argumentos.

En la novela "Drácula" de Bran Stoker, todo el mundo en el pequeño pueblo, de hecho, todo el mundo en la región, sabe que hay un monstruo que ataca a la gente. Pero ¿Son tan amables de decírselo a los extranjeros que han venido a investigar? No, por dios. ¡Cómo vamos a ponerles sobre aviso del peligro! Ya se lo figurarán ellos cuando vean cómo corremos a nuestras casas al caer el sol y echamos los postigos.

Pues eso.

A las 17:59 aún encuentras a alguien por la calle. ¿A las seis? Ni un alma.

De hecho, se podría rodar una película post-apocalíptica de esas que se llevaban tanto en los ochenta. No hay que cortar el tráfico, tienes el decorado ya montado (con restos de comida y suciedad que han dejado los grupos supervivientes) y a los extras vestidos.

Porque siempre hay algún grupo que se aventura a las calles después de las seis. Sobretodo porque viven en la calle así que no se pueden esconder. Yo creo que son los esbirros del monstruo.

La verdad, no me extraña que cueste tanto hablar con los ingleses. Si se van a las seis a su casa no tienen vida social y no pueden practicar las conversaciones.

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